AMOR CONTADO
Cualquier
sentimiento de felicidad, alegría o emoción experimenta un salto cualitativo y
aumenta si es contado o compartido con alguien, de igual manera que cualquier
sentimiento de dolor o pena disminuye al ser también contado o compartido.
Dedúzcase que a pesar del arraigo como seres individuales que somos, tenemos
esa cuota impresa de solidaridad de la que unas veces hacemos gala y otras
reprochamos.
Cuando
pienso en mí, me cuento cosas que me elevan mi nivel de autoestima y las menos
de las veces, al pensar en mí, me vienen recuerdos o pensamientos que me
derrumban. Estoy en esa línea irreal de la incomodidad unos momentos y en la
otra de placer, otros momentos. Cuando pienso en tí, amada mía o tierra mía o madre mía o sueños míos o patria
mía, recupero mi estado más natural y acuno todas las formas de esperanzas,
todos los proyectos, todas las palabras de buenas entrañas y lucho o escribo
por agradarte; eso intento cuando pienso en tí.
Cuando
pienso en nosotros le pongo un subrayado en rojo cálido para que podamos
prescindir de flecos que hielan el alma de todos y de sustos y soberbias que
sacuden nuestro interno suburbio de paz. Y sé que nosotros somos el alimento
germinal de este amanecer llamado vida.
Este
sedimento de amor o millones más que se están convirtiendo en felicidad ahora
mismo en lo más honroso de los sentimientos míos o en los tuyos o tal vez en
los nuestros, es mi cuento de ahora para conseguir que compartiéndolo, se
exceda en aumento y eleve el sentido más puro de nuestra realidad. Hagamos
constar nuestro desprecio por el hedor de la pena que nos subyuga o contémosla
también para que se desmerezca a sí sola, disminuya y desaparezca de nuestro
panorama de luchas.
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