EL VERTIDO.
Hago acopio del vertido,
primero las hojas escritas, las palabras,
el entusiasmo. De aquella templanza
traída en los ojos, de aquella forma del abrazo,
del propósito que precedió al equipaje
hago acopio. Es, como quisiera, memorándum
de un calígrafo que todo lo escribió con besos,
con letra indígena y vanidosa.
Hago también acopio del vertido del tiempo
que nos apeó de la distancia,
nos alertó del miedo, nos montó
en el tren de los invitados, en el vagón
especial de las pasiones. También de lo vertido
a la nada, hago el acopio
para reservarlo del olvido. Del impulso
entregado a la libre voluntad del amor,
de los sentimientos, hago el más íntimo acopio
por si un acaso estrena la puesta de largo
que tanta vigencia tuvo en nuestros sueños.
De ti hago acopio, en toda tu reserva
que te convierte siempre en esperanza
para la casa del hombre
que se volverá tierra en cualquier vertido.
Ramón Llanes
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