RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

viernes, 22 de octubre de 2021

EL TIEMPO, MI VIDA: EL GRAN REGALO

EL TIEMPO, MI VIDA: EL GRAN REGALO

Mucho se ha escrito, tanto por educadores como por psicólogos y profesionales de los recursos humanos, sobre los ladrones del tiempo, es decir, sobre aquellas circunstancias propiciadas, unas, por nosotros mismos y, otras, provenientes de los actos de terceros o del ambiente circunstancial que nos rodea, y que nos distraen de la tarea que hacemos en cada momento, para descentrarnos y hacer que perdamos parte del tiempo que empleamos en una actividad. Un elemento, el tiempo, que no es otra cosa que la vida misma, que vuela, se nos escapa, casi, sin darnos cuenta y que no podemos recuperar.

El tiempo perdido es una parte de nuestra Vida que pasa sin que apreciemos su sabor y su grandeza. Ser conscientes de ello y de que estamos viviendo ese preciso instante, de que pisamos el suelo que está debajo de nuestros pies y respiramos el aire que nos mantiene en pie, ayuda mucho a ello. La Vida, el tiempo vivido, es un bien de valor incalculable que, cuando se pierde, no se puede recuperar.

Efectivamente, el tiempo es un regalo del que disfrutamos, sin darle, la mayoría de las veces, la importancia que tiene. Solía decirnos el sacerdote del colegio donde estudié hasta los trece años que el tiempo es oro y el que lo pierde es un bobo.

Del tiempo del que disponemos podemos sacar mucho provecho, tanto para nosotros mismos, como para las personas que amamos y más nos importan, como para el resto de quienes viven a nuestro alrededor, día a día. Dedicar tiempo a otras personas es un magnífico regalo que podemos hacerles.

Mi profesora de Historia del Derecho nos animaba a ser “traperos del tiempo”, a aprovechar cada momento del día hasta el punto de sacarle el máximo partido, y “robarle tiempo al tiempo”. Tampoco hay que obsesionarse con ello, pero, sí, ser conscientes del uso que hacemos del mismo.

Por último, hace unos días escuchaba una oración que, con palabras parecidas, pedía a Dios que nos diera Misericordia respecto del tiempo pasado, para saber perdonarnos nuestras faltas y perdonar a los demás; Amor y Alegría, para vivir el presente en plenitud, pues es, realmente, el único tiempo con el que contamos; y, Esperanza y Confianza para afrontar el futuro de su mano, sin miedos ni prejuicios.

Si el tiempo no es otra cosa que nuestra Vida en su fase actual, es decir, el momento vivido, y que queremos administrarlo con acierto, lo primero que debemos tener claro es aquello a lo que queremos dedicar nuestro tiempo y tomar precauciones para que no se nos escape.

Hay una parte de nuestro tiempo que debemos dedicar al estudio, a la formación, sobre todo, en los primeros años de nuestra vida, pero también de mayores, porque la formación continua y permanente nos hace más libres.

Asimismo, en todas las etapas de nuestra Vida es importante dedicar otra parte de nuestro tiempo al ocio y al disfrute, pues, sabemos de buena fuente que, no sólo de pan vive el hombre, y esto contribuye a nuestra felicidad. El deporte, mantenernos en forma y cuidar nuestra salud requiere, asimismo, su dedicación.

La familia y los amigos engrandecen la propia vida cuando compartimos y nos damos a ellos, muchas veces, con la dedicación de parte de nuestro tiempo. El Amor, en sus diversas manifestaciones, es una relación recíproca que hace que, al amar, recibamos amor de los demás.

A nosotros mismos también debemos dedicar un tiempo de interiorización, en el cual dejar la mente en blanco, contemplar la grandeza de la Creación, navegando en nuestro propio interior y descubriéndonos, poco a poco, a nosotros mismos, sin prisas, aprendiendo cosas nuevas de uno, cada día.

Para llevar todo esto para delante, tenemos que planificar el tiempo que queremos dedicar a cada actividad y organizarnos bien, no permitiendo que los ladrones del tiempo hagan de las

suyas. Ayuda mucho planificar al final del día lo que queremos hacer al día siguiente. Será levantarnos y empezar a vivir.

Los llamados “ladrones del tiempo” nos desvían del objetivo de dedicación que, en cada caso, nos vayamos proponiendo.

Las interrupciones, muy frecuentemente hoy a través del móvil, Internet, las redes sociales o el correo electrónico, la mayoría de las veces, para cuestiones menores, debemos aprender a evitarlas, por ejemplo, apagando el móvil o el ordenador mientras estudiamos o estamos reunidos, y preocupándonos por encontrar el mejor ambiente de estudio donde menos puedan molestarnos.

Ser puntuales al empezar una tarea y al terminarla, una vez dedicado el tiempo que, razonablemente, hemos decidido dedicarle, es un punto a nuestro favor.

Muchas veces nos encontramos con actividades, asignaturas, trabajos o la toma de una decisión importante que nos apetece muy poco hacer, o que nos gustan poco o nada: da pereza. Otras veces nos cuesta mucho trabajo afrontarlas: no encuentro las fuerzas. Puede, asimismo, que exijan un mayor esfuerzo intelectual, o contar con la colaboración de otras personas: ¡ ... puff!

Muchas veces decidimos posponerlas, aunque sepamos que estas tareas no van a desaparecer. Ya lo decía Charles Dickens: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Inicialmente, postponer tareas puede proporcionar descanso al cerebro. Lo que suele ocurrir es que el tiempo liberado lo rellenamos con tareas de menor importancia, consiguiendo que las tareas pospuestas se conviertan en urgentes algo más adelante, provocando sentimiento de culpabilidad, mermando la propia efectividad durante más tiempo. Un viejo aforismo castellano nos anima a coger al toro por los cuernos, afrontando esa pequeña dificultad con determinación y valentía.

Por último, hacer referencia a que, normalmente, en nuestra vida familiar, en nuestros trabajos, en muchas actividades académicas o, con ocasión de alguna iniciativa comunitaria o social, debemos contar con otras personas. Saber manejar bien las relaciones personales nos puede ayudar a no perder tiempo y a sacar el mejor partido a reuniones que no tienen por qué alargarse indefinidamente. Siendo claros y concisos, yendo al grano, y aprendiendo a moderar y reconducir posibles opiniones o posturas distintas, ganamos mucho.

Estas notas no pretenden más que abrirnos los ojos a un ejercicio personal de toma de conciencia de aquello que nos hace perder el tiempo y que podemos gestionar para dedicar parte de nuestra vida a actividades que pueden hacernos muy feliz y a personas que nos necesitan y nos quieren, lo cual reporta mucha alegría y paz.

Como conclusión, apunto unas ideas que pueden hacernos pensar:

  • -  Aprovecha el tiempo y haz que tu vida sea extraordinaria, aquí y ahora.

  • -  Dedica tu tiempo a quien más quieras, a quien más te necesite, sin esperar nada a

    cambio.

  • -  Hay asuntos y actividades que se te dan mejor, con los que te sientes más a gusto o eres

    más diestro. Centrándote en ellos, puedes ayudar más y mejor a los demás, y con mayor

    satisfacción propia, aunque no sea esto último lo que debas buscar.

  • -  En general, no es cuestión de trabajar más, de realizar más tareas, sino de hacerlas

    mejor.

  • -  Céntrate en una actividad y no pretendas hacer varias, a la vez.

  • -  Acaba lo que hayas empezado.

  • -  Tómate tiempo para ti mismo, te lo mereces y lo necesitas. Sintiéndote bien, puedes

    darte más y mejor a los demás.

    Te aconsejo que vivas tu hoy y estrenes lo que tienes guardado, no esperes, tanto esas zapatillas chulas que tanto te gustan, como los mejores tesoros que guardas en lo más hondo de tu corazón.

    “¡Quizás, para mañana, sea tarde!”, dice José Luis Perales en una canción.

Fernando Romero Barrero

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