LA
GLORIETA
Descubro una glorieta, un paso de
peatones, un jardín, la puerta de un garaje, una plaza sin flores; descubro,-observando
Huelva-, los árboles sin hojas, las hojas caídas en el parque, las cornisas
altas, los tejados rojos cada vez menos frecuentes, la cartelería de los
anuncios. Descubro otra glorieta donde al atardecer juegan niños y hablan los
mayores, descubro cómo se despide el tiempo viejo y comienza a apretar el
tiempo nuevo. Y he descubierto otra glorieta donde engalanaban las farolas y
merendaban las mujeres para hacerles llegar el contento de poder sentirse seres
humanos que se agradecen vivir, sonreír y amarse. Y solo por eso, en aquella
glorieta de la parte más sencilla de la ciudad, donde habitan quienes son alegres
y dichosos, celebran así el día de ser felices y se han reunido para compartir
tal acontecimiento y se hacen su pequeño homenaje.
En la glorieta reinaba ambiente festivo
y olor a humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario