! SI YO
TE CONTARA…!
Pero
ando en súplicas. Conmigo en mañas por superar el difícil arte de vivir, entre
apaños de versos, entre lárgaros y retahílas, como príncipe nunca, como soldado
siempre. Por remediar media aventura otros se nutren, algunos se deshilachan,
para nadie se trae la culpa una patera madrugadora y en recién llegar es
marcharse. Y ya no estamos para esto, ni para criar gusanos de seda, ¿para qué,
entonces?. Es costumbre el incordio, la irreverencia, lo soez priva más, el
desaliño, la sinrazón, el mal-vocablo, el terror. No leyeron a los clásicos
¿les habrá faltado tiempo?, ¿o les habrá sobrado todo el tiempo?.
Tendremos
que remar, nos ha subido la marea, es tarde de inseguridades en la
contra-planicie de la mar, han vuelto los marineros, los niños dejaron la arena
para atender al hombre de las patatas. Me haces ver que se rompen los triunfos
y que la entrega vale un insulto, creyendo yo que valía un beso; y que nada, o
poco, se escribió de los profetas en su tierra y que a uno, el mejor, lo
mataron.
Estoy
aquí, leyendo cosas que la antigüedad me ha dejado en las manos y las tomo con
el placer del rito, son historias viejas que cuentan sondeos, he tenido el
privilegio de encontrarlas y quiero darlas a conocer para valorarlas y
comprender que con el pasado se hace el
presente. Los míos se pierden, se duermen, ni se inmutan, ni se asombran.
Vinimos de muchas culturas para formar una que no sabe usar las mayúsculas, sin
embargo tengo ganas de enseñarles este retazo de lo suyo.
Es
triste hoy el trotar de las horas, supuestamente ambiguo un cuadro de Castro
que gana un premio, triquinosis trae una tripa, un niño se descuida con una
mano y se corta sin querer mientras los demás rezamos, se despierta un ánade en
la marisma, se va la maldición al aire de quienes no admiten dos presos que no
lo merecieron, no es domingo y por eso los muchachos visten como si no fuera
domingo. Y tú tratas de averiguar qué me pasa, que ando en súplicas de
trabalenguas y rastreo el lenguaje por si se acaba. Un fracaso es la
culminación de muchos trabajos, el resultado de muchos aciertos; un fracaso
conmueve, un éxito preocupa. ¿A qué acudir?. La profecía es un don ordinario
que cada cual llevamos como zapatos viejos y nos hace entablar una interior
lucha contra nosotros mismos y la perdemos
porque nunca sabemos utilizarla a tiempo.
En
la librería no caben los cuadernos de apuntes, la luz entra por la izquierda en
un soñado desván que nunca tuve y es rojiza la piel del cabezo pelado que
poblaron huestes de antibalurcos . Antracita se llamará la gruta de los reinos
nuevos, ya no estoy para contarte, me canso, hay mucha bulla. Te he traído el
lápiz de ojos del color tuyo preferido y te ví anoche entre rejas y coloretes.
¡Ay!,
bondad que pido de sacristanes y bufones para detraer la parte de justicia que
me deben, equidad al menos para tanto hacer, para tanto quebranto.
Reconocimiento de todos los esfuerzos y no más conspiraciones contra la verdad.
Así me anega tu presencia, confío en un suspiro, admito tu pase, me alivio de
cavilaciones; tú, en tarimas de inocencia haciéndote cargo del pesar.
He
pensado en exceso, la vocación se me ha ido a los párpados, solo en los
párpados oigo una tormenta de negaciones, no era esto lo que quería decir. Me
ha podido el mareo, no estoy hecho para
navegar, qué hago con la rabia, con el desencanto de desarcertar, con la culpa;
qué hago con lo escrito que no responde a lo pensado, qué hago con las
palabras, qué les digo ahora que ya están, qué me invento para mí mismo, a
quién le enseño el relato que sea capaz de entenderlo; que no lo publiquen,
este no.
Empezaré
de nuevo. Es ayer, no es domingo, si yo te contara…
Ramón Llanes. 9-9-98.
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