SONATA PARA DORMIR.
En
el espacio más íntimo de la noche
me
espulgas y me duermo,
por
asumir contigo
el
ritual de las caricias, por desmayarme
de
pudor cuando atolondras las sienes
y
emigramos al convento de la lujuria.
Tú,
incandescente,
tú,
indígena de furia,
tú,
gacela entre los muérdagos, ligera,
tú,
incienso sacro
y
con muecas jalde
en
las sábanas.
Me
hieres, me endiosas, me colmas;
me
devuelves a la santidad golfa del amor
cuando
de tí me prestas el quíntuplo de placer.
Me
hago el muerto y muero en la memoria
para
vivir la última primacía del gozo,
me
arrastro en los sueños,
me
alisto a la cobardía
vencido
por la sonata de piel y besos que me ofreces,
antes
de tí era la nada,
después
de tí la eternidad es poco.
Tú,
y las pócimas calientes de tus manos.
Ramón Llanes.
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