LA FELICIDAD EN ENTREDICHO
Percibo -no sin estupor- el desmantelamiento paulatino de la felicidad colectiva. Hoy no es un día triste en especial, no sufro depresión de resaca, no tengo aversión al mantecado ni a las zambombas ni me han ingresado en un convento por exceso de misticismo, simplemente que soy mayor y tengo la fiera costumbre de observar. Y no son los sistemas ni la sociedad ni la política ni la debilidad económica, somos nosotros, los humanos de blusa, falda, chaquetón y sombrero, nosotros mismos, los de aquí los verdaderos actores. Si cada vez nos entendemos peor y nos toleramos menos incidimos en fomentar la distancia, luego aparece la antipatía, más tarde el rechazo y al final el odio y así nuestro sentido de lo colectivo como medio para fortalecer fórmulas de empleo y solidaridad se derrumba, tiene sus límites en la mayor fragilidad del grupo; perdemos fuerza y no somos capaces de responder a los envites de la naturaleza y la vida, véanse las consecuencias tan nefastas de esta actual pandemia. Al perder el salto dejamos de ser colectivamente invencibles, nos hemos hecho muy vulnerables y estamos a un solo telediario de que nuestra felicidad caduque.
Ramón Llanes.
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