LA CONSTITUCIÓN DE LOS NIÑOS
Estaban en sus juegos y de tanto oír a los mayores hablar de Constitución se empeñaron en hacer una exclusiva para ellos que rigiera sus éticas y sus conductas colectivas, que les sirviera para mejor entenderse. Se propuso llenar el vacío existente con ideas, modos y actitudes que parecieran interesantes para el asunto. Todos los niños trajeron sus mochilas cargadas de sugerencias como las reglas del juego en los partidos, el respeto a las condiciones sociales de cada uno, la atención solidaria en casos de necesidad, la ayuda a los más débiles, la prohibición de actos de agresión y violencia, el respeto a la raza y etnia de cada cual, la aceptación de todas las prácticas religiosas y de amistad, la evitación del odio, y otras más que completaron entre risas y alcanzando un notable consenso. Ya casi al final se acercó un chico nuevo con intención de participar en el debate; tenía aspecto altivo, vestía bien y lucía extraños logos de colores en su gorra. Al concederle la palabra para hacer su exposición le indicaron los puntos ya aprobados y rechazó todas las normas proponiendo raza única, elección de miembros por su nivel de economía y bienestar, separación de sexos, justificación de la violencia en algunos casos, unificación de credo religioso y elección de mando ejecutivo con sanciones fuertes a los desobedientes y rebeldes. No fueron aceptados estos apuntes para la Constitución al ser considerados de molde antiguo ya superado y muy restrictivo y absurdo. Sin embargo fue aceptado en el grupo hasta que se encargó de minar de malestar, arrogancia y prepotencia a algunos de sus componentes y consiguió disolver la asamblea y echar a la basura tantas ilusiones puestas por los niños en tan noble misión constitutiva. Y no volvieron a jugar.
Ramón Llanes.
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