¿ES NAVIDAD?
Me dirijo tranquilo a mi
quehacer diario; es Navidad y las gentes muestran el mismo rostro de siempre
salvo algunas excepciones; nos deseamos felicidad de igual manera a como lo hacemos el resto del año.
Encuentro hombres y mujeres que piden limosnas para comer, un indigente duerme
en el zaguán de una entidad bancaria con los pies al descubierto, llueve, tiene
la cabeza tapada, nadie le presta atención.
En
el bar alguien pide un desayuno con vehemencia amenazando coger una metralleta,
no le entienden y se va sin desayunar; sigue lloviendo, muchas gentes caminan
sin paraguas, se mojan sin pretender ser románticos; un chico joven, bien
vestido, vende calentadores de marca desconocida, no le compran; en una esquina
está, como siempre, el vendedor de cupones que lleva un año sin dar buena
suerte, la señora del kiosko de prensa tiene frío y se aburre, los bares son un
reguero de público con mascarillas, se toma café con tostada, (muy típico); una
chica alta y rubia habla con su novio por el móvil, pasamos, la oímos; un moro
vende alfombras de las que no vuelan y no tiene éxito.
Las
conversaciones son tan insulsas como en otoño, un hombre muy mayor me pide dos
minutos de mi tiempo, le hago poco caso pero le atiendo. Me ofrece, gratis, su
mensaje para esta Navidad: “quiero ser feliz” -me pide- y solo me atrevo a sonreírle con extrañeza.
Ramón
Llanes
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