UNA BODEGA DE PAZ Imagino el mundo en una infinita bodega de Paz y genios donde se diseñan trasiegos de concordias y sueños posibles. Una venencia de amor, barriles de recuerdos, catavinos transparentes, poetas erectos con sus compromisos líricos por la verdad, paredes atentas a los versos, danza armónica, indicios de justicia, complicidad de pies de albero, quijotes enredados en utopías de telarañas y sanchos adorando vinos y entrecortadas palabras. Una bodega de Paz infinita con abrazos pintados en los bocoyes, la luz entrando por las vigas, el tejado custodiando el interior pacífico, los nombres de los artistas tatuados en el suelo, trascendiendo de los labios el placer de la probanza, una bodega infinita de Paz con raza nueva, cualquier loca metáfora admitida en los poemas. Todo abierto en zalemas sin morder, la querencia por la Paz dominando la estancia y al poco del sueño imaginar también la mirada admirativa de Neruda, de Juan Ramón y de Cervantes, hasta que se hiciere crédula la imaginación del hombre.
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