EL DERECHO
COMO PAZ Procuro la
paz en moldes de libros con textos
tolerantes y justas premisas de verdades, paz sin
confesiones ni credos perversos, paz con
leyes que me calmen la sed y me respeten toda la
sonoridad de la memoria mía y de los nuestros, procuro la
paz cotidiana del pan, de la luz y de la casa sin trampas
de mercados ni esquemas traviesos con imposibles
letras pequeñas no entendibles, la paz necesaria
del saber curarme la delgadez y la sordera, la paz del
colegio donde los niños jueguen al conocimiento
y nunca a la devoción, la paz de
los derechos constituidos y logrados en las rebeldías, esa paz de sentirme
tutelado por lo público, donde ni un mordisco
ni una ingrata sorpresa me alteren
la armonía del bien convivir, que a los
míos no les ultrajen su parte, su huerto o su alcoba para la
especulación entre los falsos sabihondos de esta
esfera cruel de la injusticia, donde un magistrado sea un protector del bien nunca
nombrado por la maldad del mandato único, procuro una
paz de artesanía pura, hecha con uñas gastadas por tanto
trabajo en la tierra, por tantas travesías de mar incierto, por tantas y
tantas horas de mina y de sueños y de cansancios, esa es la
paz imprescindible y amigable, y la paz de
la norma limpia favorecedora de los héroes que la inventaron muriéndose
de pena ante un fusil maldito, ante un
insulto de homofobia o un reproche despectivo por elegir
una acera distinta para el amor, procuro el
derecho inmenso que merezco por haber
nacido; esa es la paz válida, la procuro
para disfrutarla y ser un orgulloso más al poseerla, la paz del
ordenamiento jurídico completo procuro, la paz
humana deseo me acaricie todas las consecuencias del alma, esa paz perseverante
y pacífica que hemos
creado a escondidas del odio. Ramón Llanes. De la Antología LA PAZ COMO DERECHO.
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