EL PLACER DE VOTAR
Depositar el voto en una urna supone
establecer una opinión reflexiva sobre un asunto que previamente ha sido
preguntado. El voto significa compromiso con la opción elegida y a la vez
otorga el derecho a exigir; es la configuración jurídica que propugnan las
leyes. Desde el momento de la elección al personaje que corresponda adquiere
vigencia el contrato social entre elector y elegido, dotado de derechos y
deberes conforme a los mandatos constitucionales. Nosotros elegimos con rango
de ley y ellos gobernarán con nuestro consentimiento con la sola intención de
procurarnos un sistema que consiga favorecer la convivencia, evitar los
conflictos y alcanzarnos el más alto nivel de bienestar.
De ahí que la elección del candidato
produzca una especial dosis de placer, irrenunciable y seductora, abierta y
libre. Dejar un voto es también generar una emoción; la emoción del deber
cumplido, la emoción de sugerir libremente mi apetencia, la emoción al
comprobar que mi voto es protagonista positivo para la evolución de mi
sociedad.
Desde mi rincón le propongo esta emoción
porque es un valor de la democracia que nos hace infinitamente más libres y más
activos para seguir diseñando el futuro a nuestra manera. Vote el domingo con
toda su emoción, con todas sus fuerzas.
Ramón Llanes
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