LA INSOLENCIA DEL OLVIDO
Habíamos olvidado las formas de escribir y los acentos;
los números primos
y la costumbre de lavarnos las manos
la melancolía de una tarde de lluvia
ha dejado de tener vigencia en la memoria.
Recordemos, sí, los nombres de los miserables
que insertan discordia en la mediación de vivir
o recordemos el pacto de agresión
de quienes les sacan partido al odio
o recordemos que la muerte en África es un hábito;
recordemos todo eso
que es ignominia y fracaso,
que recordar no duele ni enriquece.
Ramón Llanes.
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