MÚSICA DE IZQUIERDA
Tiene
la historia escrito en sus más conservados recuerdos esa especie de aversión
por la música de los partidos conservadores o de derecha, dado que a partir de
los años sesenta la música, en casi todas sus expresiones, se configuró como un
signo de rebeldía y protesta contra las sociedades acomodadas y contra los
sistemas que alentaban desigualdades, oligarquías, dictaduras o procesos
dinásticos alejados de las democracias. El mayo francés del sesenta y ocho
consideró la posibilidad de la creación del bienestar con bases distintas a las
conocidas hasta entonces, los artistas en general y los músicos en particular
se unieron a esos principios y formaron grupos de opinión dejándose oír y
fomentando causas de libertad que fueron seguidas por una juventud ávida de
cambios.
La
derecha nunca perdonará esas actitudes que propusieron reformas y repulsa a sus
privilegios, la derecha siempre graznó cuando los ídolos cantantes, pintores,
actores o escritores tuvieron aprecio y seguimiento en las sociedades. Siempre
fueron despectivamente elementos de la farándula que se alejaban de las normas
y preconizaban el mal vivir y peor obedecer y supusieron una molestia orgánica
que impedía el imperio de las clases; los grandes de nuestra gran historia fueron
objeto de ese rechazo de los conservadores y muchos tuvieron que huir a
mantener la vida en otros lugares menos codiciosos de artistas. La derecha
siempre arremetió contra ellos, eran los
enemigos de sus caudales y de sus avaricias, nunca la derecha perdonó a la
música ni siquiera al arte.
En
estos días toda esa “vil farándula”, como algunos mandones la llamaron, hizo
música de silencio para, de nuevo, mostrar su inconformismo contra el alto
porcentaje que el gobierno actual asigna al impuesto del valor añadido, muy por
encima de la media de otros países y claramente perjudicial para el consumo de
productos de cultura como cines, teatros, música, etc. Es un castigo, no es una
necesidad de estado. Estos dirigentes estarán siempre atentos a utilizar sus
armas para aniquilar previsiones y esperanzas que entren por la izquierda,
definitivamente y a pesar de los signos de evolución a la derecha no le gusta
la música ni apostará por la cultura. Sin paradoja.
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