EL HUMOR NOS SALVA DE LA REALIDAD
La
realidad goza de salud, no se debilita con el paso del tiempo, nos tiene
absortos e inclinados a sus caprichos, se asoma siempre con crueldad amarga,
persiste en la ignominia y acarrea perversión al trance de nuestro vivir. La
naturaleza humana es sin duda más sabia que la realidad y sostiene siempre a
mano el antídoto del sentido del humor para tener una carcajada dispuesta y
mofarse de ella y quitarle prestigio; todo es serio, todo rígido, todo
impoluto; gastamos media vida en aprender a entender la realidad y sus
consecuencias nos embargan las pasiones pero muchas veces nos reímos de
nosotros y le buscamos mofa a tanta “serietud”, le echamos un pulso de
relajación y convidamos al mundo a burlarse de sus estructuras.
Al
final de cualquier jornada o incluso al final de la propia vida nos olvidaremos
de las hipotecas que conseguimos pagar, de los bienes que tuvimos, del dolor,
de las desesperanzas, del tabaco, de las carencias y solo recordaremos con agrado los momentos de
risas; se nos vendrán a la memoria -en la última etapa de la conciencia- los
ratos compartidos con humor. Ese será el legado a disfrutar, lo demás quedará
en un olvido rancio sin posibilidad de otra vigencia. El buen humor es la
delicia más cercana del alma.
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