Déjame ocuparte el espacio dócil que cubre tu conciencia porque de ti nace la rosa, déjame volarte un rato de ocaso en la lontananza del estío porque de ti sueña la tierra, déjame estrenarte las pisadas que te sostienen la piel porque tuyas son las huellas, déjame que ande tus viñedos en complacencia mística porque de ti se hace ebrio el vino, déjame cuidarte los barrancos que te bañan las melancolías porque tuyas son la sed y la tristeza, déjame buscarte un hueco en la sombra del olmo que preside tu puerta porque tuyos los olores y los abismos, déjame que me quede contigo sembrado en esta luz que ciega porque tuya es la soledad de las piedras, déjame amarte con pasiones de hombre y rito de verdades porque por ti amanece y llueve, déjame en las manos un trozo de tu efigie eterna de campo porque tú eres el dios de los pobres.
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