GUÍA DEL OCIO
No es costumbre regalar tiempo como se regala un libro, una paloma o un
cristal. Tampoco se presta tiempo, tampoco se roba tiempo. Al mejor de los
pronósticos el tiempo se pierde un
lunes con la misma desgana que se encuentra un céntimo y el
murmullo no ensordece ni cambia las reglas. El tiempo se nos pierde por los
agujeros en los bolsillos, por la hilaridad y la desidia, por el poco afecto, por la falta de jerarquización de
nuestros caprichos. Ha sucedido que necesitamos más el
tiempo de quien menos tiempo tiene. Que para otros que lo poseen en plenitud se
les convierte en asco, carga pesada insoportable.
Por la complicidad con nuestro entendimiento damos ocupación al tiempo
que se acuña para gozarlo, agarramos el
ocio de mil maneras posibles, ya sea lunes o domingo por la tarde; importa como
una mirada o un abrazo. Para unos la libertad de hacer es tiempo oscuro, sin
aristas, infinito; para otros es imprescindible pulsar la curiosidad de la guía
del ocio para planificar de cero a
cien cada momento que la tarea te permita en el
vivir irrumpiendo otras formas.
La valoración del ocio es
una de las esencias que funcionan de manera alarmante en positivo para alterar
las neuronas dormidas y ejerce de terapia en el
espeso delirar de cuerpo y espíritu
quizá, la mayor de las veces, alargando la existencia y la felicidad.
Ramón
Llanes
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