PRESENTACIÓN DE GUILLERMO URBANO
LANZA (GUL)
(Su obra poética PAPILLÓN)
Esto es un desahogo, pueden elegir el salvavidas que quieran,
una cerveza, una silla, un abrazo, un silencio o un poema; pueden entrar y
quedarse, no estará permitido bostezar ni hablar por señas ni identificarse con
bélicos, golpistas o dogmáticos; aquí no se viene voluntariamente esto es una
orden de obligado cumplimiento a cumplir con las consignas de un soneto; o se
tienen 14 versos o se nos cae la tarde, o se adoran los endecasílabos o
cerramos hasta 1900 días después del juicio final; o aparentamos que hemos
venido a ser “urbanos” o nos caemos al salir; aquí se viene a presumir de haber
venido y dejarse dormir hasta convertirnos todos en sonámbulos para ser
despertados por Antonio subido a la moto, con cuatro utopías de más y con la
diosa Mijaela como conductora del barco que navega a ninguna parte de lo
posible.
Este físico nuclear
que ahora les presento tiene la intención de perturbarnos, de engañarnos con
ternuras y dulces palabrerías y de explicarnos por qué no se hizo físico
nuclear prefiriendo ejercer de abogado para pasar hambre con los pleitos y
tenerse que buscar metáforas para alimentarse en noches de farándula y
desespero. Este payaso que os presento nos Lanza al vacío, luego nos recoge en
el firmamento, luego se sube con nosotros a la nube menos gris y luego se deja
caer como un esteta porque tiene la necesidad de desahogarse de vidas, que ya
vivió muchas, que se convirtió de pronto en contestatario y en rebelde de sí
mismo, que funciona así porque nadie se lo manda, que nació en Chiclana porque
allí lo parió su madre y solo pudo protestar con versos para que tuviera menos
eco y se quedó siendo nativo de Chiclana porque no supo nacer en Paymogo, en
Aracena o en Zufre; esto es broma porque a él no le hubiera gustado nacer a la
manera de parto, hubiera preferido nacer siendo ya poeta, con 30 años, con
tatuajes, con ocho pilsign (no sé cómo se escribe), con el pelo recortado, con
la barba llena de rizos y recitando a Amado Nervo, pero no tuvo ocasión, se le
perdieron todos los libros de reclamaciones y se quedó en eso, en la mínima
expresión de un ínclito poeta incapaz de dedicarse a otra cosa que a ser
mediador de conflictos jurídicos, a cantante, a profesor de teatro, a
narcisista, a vendedor de libros para sordos, a guionista de sueños, a
repartidor de gusanitos en la puerta de colegios, a impulsor de grupos
musicales, a animador de maniquís y también acaso a escribir poemas sobre la ayuda
a la humanidad, entregarse a los suburbios, abrazar a los pobres y preferir
olvidar a los ricos.
Se hace llamar Guillermo pero solo responde cuando oye su
nombre de batalla GUL, cuando le esperan para llevar a cabo un acto en favor de
los derechos humanos, cuando está enfrascado en el activismo de los movimientos
sociales en Latinoamérica o cuando canta o toca uno de los mil instrumentos que
domina por arte de magia y aprendizaje; GUL no tiene las ideas claras sobre si
es más importante hacer una revista, escribir un artículo para la prensa,
viajar a lo desconocido o inventar un nihilismo para su propiedad; y como no
sabe qué hacer para aclarar sus ideas pues ha decidido dedicarse a todo, a la
revolución, a la utopía, a escribir versos indultantes, a ejercer de payaso y a
promocionar la vida. ¡Qué otra cosa se puede esperar de un poeta nacido en
Chiclana!. Por eso nos presenta hoy su poemario PAPILLÓN. Dejemos que se
desahogue, prepárense para lo peor, para lo mejor, para un aterrizaje forzoso,
para formar una fila de enloquecidos que superaron la pandemia de las palabras
o para freír un huevo. Y sepan que de todo esto yo soy el único responsable.
Ramón Llanes. 6 febrero 2025.
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