SORDERA
Algún tiempo la sordera se trató de manera despectiva, los sordos constituyeron motivos de mofa y rechazo, la propia sociedad trató de aislarlos por su incapacidad para mantener correctamente una conversación, ahora no es así; ahora mi primo lleva un aparato muy moderno que no se le nota y le permite oír casi con perfección, puede ser uno más en el sistema aunque bien que se le ocurrió -al principio de perder capacidad auditiva- solicitar que el mundo subiera medio tono la música de hablar para las personas con estas dificultades, al igual que se acomodan escaleras para personas con sillas de ruedas o libros para invidentes; fue consciente mi primo que la esfera parlante del mundo donde habita no hubiera aceptado su propuesta y se conformó con unos audífonos para volver a entrar en el diálogo perdido, lo mismo que hiciera cuando le disminuyó la visión. Y así con gafas, implantes en la boca, un bastón, unos buenos audífonos y algún que otro complemento externo de ayuda, mi primo conversa en la taberna, mastica mejor, anda sin cojear y puede ver el fútbol por la tele. Y nadie le pide explicaciones ni le incrimina actitudes. Es parecido al progreso humano, tal como deberá evolucionarse en el respeto a individuos que ahora mismo sufren chanza e hirientes burlas por su condición social o sexual. Y entonces el espacio habitable será más distinguido.
Ramón Llanes. 7 febrero 2025.
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