De
conjurarse a suspender el viaje
medió
un pestañeo febril,
una
rabieta (incumpliendo),
la
mosca adormilada, la luz lánguida,
la
cena sin hacer, la prisa por acabar,
las
dolencias impuestas.
Bastó
callar, no el silencio, solo callar.
El
silencio hubiera comprometido.
Ramón Llanes.
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