CALLE DEL OLVIDO
Han
puesto flores en la calle del olvido
para
herir más a quienes la habitan,
han
prometido quemar el tiempo,
quemar
el tiempo que nace
por
aquella ruta de alfileres.
También
han puesto luces
a
la calle, para que se vea
mejor
la tristeza. Han doblado las esquinas
con
promesas de trampas,
con
persianas verdes y manteles viejos
de
hule, con cables negros,
con
remiendos han colocado
columpios
a la tercera edad.
Todo
fue extraño hasta que pisó
el
alcalde la sombra
y
trajo la inesperada sobra
de
la esperanza. Alentó y felicitó,
se
creció para esconder
en
la palabra alta sus miedos cumplidos,
sus
miserables compromisos
destinados
a cualquier enmienda
de
bondad y progreso, imperceptible
ahora
en la calle del olvido,
con
flores, luces y más descuidos.
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