EL TOMATE
El estío trae a casa el sabor de la huerta, con sus olores reconocibles, sus diversos colores y su exquisitez; el tomate es el rey, le precede la ansiedad que los humanos le ponemos para degustar con esa parsimonia del rato en las sombras para comerlo “rajao y con sal” y conocer las propiedades de cordura y agrado que se suceden en las conversaciones del mediodía entre amigos, donde se acuna un buscado sosiego que deviene en risas y anécdotas dándole un aire de felicidad a quienes se apuntan al frescor de la acacia, en el Bar El Minero, siempre bien atendido por el bueno de Sebastián.
Me vienen a la memoria Sebastián, Diego Rodriguez, Diego Marra, Mateo, Domínguín, El Chascao, Paco Durán, Carlos-y algún otro que con menos carácter de habitualidad se acerca- compañeros en la tarea de devorar amablemente alimento tan gustoso como un buen tomate –o varios- de nuestro terruño y mantener la charla en el más lícito y amistoso de los momentos tal vez pensando que las demás cosas son menos importantes. Placeres de la vida.
Me vienen a la memoria Sebastián, Diego Rodriguez, Diego Marra, Mateo, Domínguín, El Chascao, Paco Durán, Carlos-y algún otro que con menos carácter de habitualidad se acerca- compañeros en la tarea de devorar amablemente alimento tan gustoso como un buen tomate –o varios- de nuestro terruño y mantener la charla en el más lícito y amistoso de los momentos tal vez pensando que las demás cosas son menos importantes. Placeres de la vida.
Ramón Llanes. 7 julio 2017
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