CAMPO
ABIERTO.
Repasando el respeto se encuentra, a veces, la osadía; se choca de
frente contra muchos vicios de andar por casa que conducen a la intolerancia y
al desorden. El mundo está hecho de sueños imposibles hasta que los poderes
públicos se encargan de convertirlos en torpezas. Ponga aquí con mayúsculas
todos los sueños, los suyos, los de la niña, los sueños del abuelo, ponga con
minúscula los sueños no logrados: la incomprensión, el discurso barato de
quienes de apoderan de nuestras atenciones, ponga el agobio para alcanzar todos
los días treinta, ponga el desamor que le trajo el viento o la vida.
El campo se abre ahora por enésima vez para soportar la insolencia
de las esperanzas e intenta que a través de la soledad compartida se encuentre
la ansiada respuesta a todo el “por qué” de los sueños rotos. Miramos la
nobleza de los baldíos para suponer que somos capaces de adaptarnos a ellos
hasta que dure este conflicto de soberbios. Se pulsa un botón, muchos lo
apretaron antes y el botón respondió con un chispazo. Para evitar la desgana
cogemos los bártulos y nos vamos de nosotros mismos porque no sabemos cambiar
de rumbo.
El campo sigue abierto, extenso y acogedor como un abrazo, el
campo de nuestros sueños, quiero decir.
Ramón Llanes. 18.marzo. 2018
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