CARTA SIN RUMBO DE TIERRA Y ALMA
No sé a quién
escribirle mi denuedo
y desconozco si todo
se envuelve
en un crónico
desencanto de la vida;
lo hago por ti, tierra
amada;
por ti, belleza
nuestra de paisaje;
lo hago desde una
queja para nadie
a una esperanza para
todos.
El tiempo hiere la
mitad de los sentidos,
a la otra mitad los
fortalece;
has venido a subrayar
en rojo mis estimas,
estamos en la lepra
juntos
y abrazados en el
contento,
vivimos de estímulos
pasionales y de aguas eternas,
somos un aire que se
enamoró,
se enganchó y se quedó
entre la luz inquieta,
la mar, los esteros y
la bondad;
somos también nubes
compañeras que dan saltos
cuando les toca
sombrear esta esfera.
Ni ideas tengo para
ponerle nombre a estos entusiasmos
ni sé de cuántos
retazos
están formadas las
urdimbres que adoro;
sé que he conseguido
saber que batallo
entre los vientos
malignos para librarte de daño,
sé que me puse a tu
lado en todos los compromisos
y sé que te quiero;
no más osadía acunaré
cada noche
para seguir cumpliendo
estos honores
pero sí romperé con
rabia los espejos
que no te reflejen
en mis tareas
cotidianas,
de buscar los bálsamos
de bienestar
que me apetece poner
en tus paredes.
Ahora sé que escribí esta carta sin
rumbo
como una declaración a la tierra
y a las personas con quienes me amo.
Ramón Llanes.
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