Bada,
Ricardo.
Huelva.
VISTA
DE HUELVA DESDE EL CONQUERO
Huelva
:
es
un grito horizontal de poliedros y de árboles
y
de rastros de luz azul y líquida
en
las horas de las mareas altas.
Es
un cuadro de Cézanne puesto de alfombra
en
el piso irregular de la marisma.
Y
para dislocar toda gramática
conjugando
su belleza como un verbo
–que
no tuviera tiempos–
es
preciso ser ángel, es preciso ser Dios.
Pues
que si a ras de su suelo
no
hay más que el sístole y diástole
del
corazón de un pueblo grande y sucio,
y
aupado ya en la altura apenas
de
este rojo cabezo calcinado
me
deslumbra como un rostro de mujer vibrante y mágico,
guiñándome
el ojazo de su ría,
¿qué
no será para Dios, que está más alto?,
¿qué
belleza no tendrá para los ángeles
que,
a Sus Pies, fuman y se sortean cada día
la
guarda inexcusable de cada ser viviente?
Huelva
:
le
han hecho al paisaje una llave de jiu–jitsu
los
brazos musculosos del Tinto y el Odiel,
engarfiando
sus diez dedos de agua
que
han tanteado, como bastón de ciego,
las
entrañas de esta tierra.
Y
junto al terraplén de la vía férrea,
la
sombra vertical de un eucalipto
y
la brisa acariciando el agua mansa,
le
han prendido un paisaje de acuarela
a
las arenas silentes y salobres.
Huelva
:
un
mundo en el mundo.
De la Antología HUELVA ES VERSO.
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