LA VIDA NO DUELE
Con
la insinuación de las teorías del dolor que capaces son de invadir lo
pragmático y hacerse resalte en la línea primera, conspirar contra el miedo, la
daga, la molestia o la dolencia, no se adapta al modelo de curiosidad que
concilia con una reflexión sin tinte filosófico.
Se ciñe la contrariedad en la posición
positiva de por qué duele la vida y cuáles han de ser las dosis de combativo
hacer para su evitación. Que la vida duele es un engaño místico. Y para tal
dolor se inventaron las terapias colectivas de los salmos entre pan de oro y
confesiones virginales. Que la vida duele también es una alegoría militar al
honor, al convencimiento psíquico de la necesidad de proclamar la defensa de un
territorio y sus sistemas, proyectando sobre el individuo un determinado grado
de dignidad como premio. Que la vida duele es un dogma no consagrado, es algo
imposible que precisa de una credencial humana para magnificarlo.
Será que la vida duele o será que la
confusión de la vida duele o que dolemos los vivientes o que tenemos mal
entendido el dolor. Nuestra objeción se inclina a desmantelar el principio
porque de tanto doler hubiera muerto la vida; pero la vida sigue un curso
suficiente al que domina célula a célula con la punta de la nariz y se extiende
con una versatilidad natural de imposible ataque. Para esto dio el momento de
la luz caída y el encendido cíclico de las primeras farolas, solo para esto.
Ramón Llanes (De El Cajón del Sastre)
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