Faltan
por hacer hombres regeneradores de vida sin metralla ni
fusta; organizadores de entusiasmos, portadores de horizontes, vendedores
de nuevos sueños para repartir por la esquinas. Nos
hacen falta compromisarios que vengan a hacer los deberes, nos
queda por hacer un año, un mes, una semana, un día o acaso solo
una hora de felicidad para repartirla sin propaganda falaz en
los comedores sociales, en los colegios, en las urnas limpias, en
las plazas de los pueblos, en las esperas de los hospitales y
en las nubes. Repartir algo de esperanza mezclada con
dosis de verdad. Merecemos ya mucho de verdad. O
hacer borrón y cuenta nueva, nos falta.
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