HABITANTES DE LA MARISMA
La
tarde ha tornado en rojo su azul primigenio
y
los pececillos de la más cercana charca
se
trinchan de sosiego
debajo
de las algas protectoras;
los
flamencos se cuentan aventuras
y
buscan alimentos.
La
vida se va poniendo oscura desde el cielo
y
cada cual buscará el cobijo ideal para la dormida,
como
la luz, como la misma tierra.
En
tal simbiosis no participan los humanos,
no
les está permitido.
Qué
invento más excitante circunda,
a modo de
esteros,
la paz imaginada
de los seres de esta parte de tierra tan generosa.
Qué
paisaje tan único nos custodia.
Ramón Llanes.
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