EL ÚLTIMO ABRAZO
Las cosas han estado feas por aquí
abajo, primote, y ya hace para tres años del último abrazo, de la risa que nos
trajera tanta comunicación y tanta esperanza, de cuando el ajetreo en nuestros
modales estaba de moda y nos saludábamos con la efusión más fuerte que puede
existir entre amigos; ahora no me atrevo ni casi a pensar cómo eran aquellos
tiempos y tampoco me hago ilusiones por consentirme en el deseo de volver a la
normalidad de la devoción y de la fiesta. Fíjate que andamos brujuleando por
los paisajes para bien entender que todo esté hecho a vuestro gusto por si se
presenta la grata ocasión de encontrarnos, que los campos se arrisquen como
siempre, sea la primavera con su liturgia, nazcan por aquí las calandrias y por
allá hayan crecido los zagales como si tal cosa.
Parece que todo se viene apañando
bien, se han reciclado los cuerpos y se han acostumbrado a estas nuevas maneras
de existir, los humanos hemos tomado otra conciencia y con estas recetas se nos
permitirá subir la cuesta, probar la caldereta, compartir danza y rezo, vestir
de corto y cantar por los codos cuanto apetezca; el panorama creemos que dará
pie para compaginar evocación, tránsito, misterio, solidaridad, compromiso y
arrumacos; debéis estar preparados para revivir los abrazos. Imagino que ya
estarás imaginando la partida, que se te caerán las hojas del calendario de las
manos y que pasarás los días con loca premura intentando hacerlos más pequeños;
te imagino la prisa en los ojos y en el alma y ya sé que los preparativos
llevan su ritmo, se vendieron los décimos de la lotería, vinisteis a comprobar
las miradas, a desentumecer los huesos,
a sentir el olor de la ermita, a sortear los jarales y a seguir precisando la
continuación de aquel último abrazo como una necesidad y como una prueba de
amor y entrega.
No te lo digo muy fuerte, primote,
pero he oído que habrá Peña y que los códigos del afecto se verán más
pronunciados, que la Hermandad de Madrid vendrá con su linda representación de
fieles seres humanos adscritos a esta simbología, que Mariló llevará su
Mayordomía con alta dignidad, que no faltará ni una gabacha y que tendremos en
el sentimiento el dolor a flor de piel por la muerte de tres muchachos devotos
y puebleños que dejaron sus vidas para danzarle a la virgen más de cerca.
Y en el Cerro del Águila siempre
estará el amado destino.
Ramón
Llanes. (Para la Hermandad de la Peña de Madrid)
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