CONMATICES En el sobrenombre dios es diablo, el verso una prosa, la palabra un silencio cantado, yo soy el eslabón perdido o la nada inquieta. El canto del sordomudo se expresa con intención, se oye con matices. Amar pertenece a la pérdida de la conciencia, todo, en el sobrenombre, es inexacto. El tiempo un comodín, el duelo un cansancio, la pena un desacuerdo, la flor una pausa, la mirada una eternidad, la paz un muñón del pensamiento. No entra la duda cuando es lo único exacto en el sobrenombre de existir y se dispersa el certero deber de seguir buscando, acaso en el dolor, con matices. Ramón Llanes
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