ENTENDIENDO AL OCASO De
esos atardeceres sometidos
a un tiempo surgen
los límpidos ocasos, de
esos que remedian no se sabe cuántas locuras. Mirábamos
el sol correr
por las llanuras de la mar, aterido
de cansancio, sin
prisa ni ganas de llegada, sin
agonía escrita ni parsimonia flemática; mirábamos
las últimas tendencias de la tarde, eran
miradas de culto que
no emitían más que sorpresas de admiración por
tanta belleza y
mirábamos los minúsculos riscos de la playa defenderse
de la primera oscuridad y
hasta nos mirábamos nosotros desde
el placer. Ramón Llanes
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