LA MUJER Y LA TARDE A
punto de escribir se
asomó la tarde por la cristalera del salón invadiendo
de costumbre la estancia y
dejando al descubierto nuestro recuerdo en
un instante de luz extraña tantas veces vista. Parecía
el sol que, a compás de una melancolía incierta y
de una razón golosa, quería
deshacer algo o dibujar el acabado de la pared en
un tono ocre cálido a
juego con la sorpresa de la hora; parecía
un sol acomplejado o tímido con
lupa de fisgón en la retina que
se hacía al hogar en la primera entrada. Parecía
también una mujer recién despierta con
chal de luces, tacón
de charol y mirada insinuante; se
reflejaban ambas en la trasera de la puerta, -tarde
y mujer-, sostenían
un halo de azul, prendían
el tiempo y se quedaban. Ramón Llanes.
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