La lista de los
ilegales cubre el aire, es inmensa y
sutil, se fragua en la ignominia y se asienta en
el miedo. La lista se inventa al antojo de la
insidia. No existen
seres humanos ilegales por muchas
veces que lo digan los tratados perversos, por mucho que
lo repitan los torpes políticos que atizan su
propio carbón en señal de
ambiciones. Nadie viene a
quitar el pan, nadie nos tapa
el sol de mediodía, nadie es ilegal
en el hambre, en la tristeza o en la muerte. Deben enterarse
quienes ocupan lugares ajenos
y predicen el horror de los otros olvidando que
son ellos mismos el virus
contaminante que en esta
sociedad nos infecta. Un hombre con
sueños es un próximo dios. Ramón
Llanes.
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