NAVIDAD DEL
OLVIDO Me apetece
acercarme de puntillas, bajar por
la chimenea como un “reymago” cualquiera y
sorprenderte en la cocina mientras
preparas el fuego. Y allí,
compensarnos de la ausencia que nos
señala la espalda y nos detiene la boca al completo. Hoy es
Navidad en los espejos y enlos libros, los pronósticos
son extraños, no hay
canto que nos apoye ni estación
que nos acoja con merecimiento. Es nuestra
primera Navidad y estoy en la cocina; quedaron de
anoche algunos platos en el fregadero, huele aún a
tostada recién hecha, el sol
encandila por los cristales porque
sabía que no me esperabas. No sé si
encenderás las luces del árbol cuando me
veas o se apagó cuando me
miraste la vez de un viernes santo; tampoco sé
si es fiesta en tu alma como es
funeral en la mía. No atino a
saber los remedios que la
medicina tiene para estos casos. Es un mal -
es mucho mal- que me hace tener una queja constante, una pena
desorbitada que palpo en la soledad a la que
llegué por el imperativo legal de tu ausencia. Sigo en la
cocina y ya no es Navidad, los
cacharros hierven y yo
escribo un poema de olvido en los azulejos, la mañana
ha comenzado a tontear con el sol, ahora sí, ahora no. Me sobra
tiempo. Me duele la memoria. Te dejo mi
poema en la cocina, no lo
borres, y así
sabremos que la vida no se nos
acabó con el recuerdo. Ramón Llanes.
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