PLATERO Y EL TIEMPO
Platero tiene un siglo, quizá un poco más, pero desde que viera la luz de su letra impresa ha pasado justo este tiempo, largo para un libro y corto para el universo. Ha recorrido mil veces el mundo, ha despistado a las predicciones, ha causado la más delicada y lírica sensación de acogida en quienes leyeron sus páginas y ha provocado admiración en las aulas. Platero es un dios, quizá mitológico. Le pusimos cara y cuerpo, nos resignamos a desconocer su plata y su postura, nos caló un mensaje personal y humano que acercó al sentimiento algo nuevo, algo nunca leído. Y nos llenó la versatilidad del alma.
Las bibliotecas aseguran que no tiene un dolor ni un catarro ni una artrosis, que no ha sufrido operaciones importantes ni ha padecido enfermedades de preocupación. Cuando pase otro siglo, Platero seguirá siendo tan joven como el deseo y tan osado como una estrella.
No puede ser que se oscurezca en la rama más robusta del olvido porque estará en boca de todos, llenando tardes de invierno y ocupando razón en las prevalencias del estío.
Ramón Llanes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario