A COMPÁS DE VIDA.
(Microrrelato real)
Finalizada la tarea el capataz invitó a todos -con halagos por la buena faena- a entrar en las dependencias de la casa donde un servicio de personas gratas ofreció una fría copa de vino y unas aceitunas majás; siguieron los platos de gurumelos revueltos, las turmas con arroz, la chacina de la última matanza, revoltillos, un exquisito potaje con todos sus avíos, guitarra, fandangos y una celebración al modo del terruño.
Sebastián permaneció sentado sin probar alimento. El capataz se acercó y echándole el brazo por encima en señal de afecto le reiteró la invitación siendo de nuevo rechazada dando las gracias por todo y sufriendo con pudor porque nada de lo servido era de su gusto, a lo que el pobre capataz se atrevió a espetarle: “entonces a ti qué te gusta, mote?”, sonando a compás de vida una general carcajada.
Rllanes.
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