AUSENCIA DE TRÁNSITO
Cuando
traiga mi nombre impreso en mi boca
al
borde del ocaso,
no
me nieguen los ojos,
no
me nieguen el pulso y el sentir,
no
me nieguen el beso deseado.
Cuando
lleve mi cuerpo,
también
al borde del ocaso,
no
negaré que existe y me endulza,
no
negaré las caricias perdidas
ni
negaré que amo.
Negaré,
entonces, que me duele,
que
vivo y es olvido,
que
he besado sin mí.
Y
negaré, entonces, el cansancio,
la
voz trucada y la decadencia.
Me
negaré a decir que soy el sanador
proscrito
de la espera
y
diré que ni el ocaso es posible
sin
amantes.
RAMÓN LLANES
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