ATENTO
Está el paisaje
veraneando de nosotros
con su puesto de helados
y su sombrilla. Estoy
atento
al mechón que se le cae a
la tarde,
a los prismáticos, a los
ojos,
al cuento indígena que me
ruge
la siesta, al manzano, a
la lentitud
de las horas. Atento a
distinguirme
entre la soledad y el
espacio,
atento a masticar sin
morderme.
Anoto fechas, me inclino
en el riego,
pongo el agua en su sitio
y no me cabe, sobran
cuadrículas.
Luego tú, sin conciencia
del dolor,
con esa razón de salvarme
me hundes. Luego, la tarde
hundiéndome también
y la noche al acecho,
luego, el sueño que
invita a no despertar,
la singularidad de un
bostezo,
la dosis de lumbalgia,
luego, nosotros,
desposeyéndonos
en la distancia, atentos a
no conceder
ventajas al recuerdo.
RAMÓN LLANES
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