COMO UN ADIÓS
Se
apagó la vela inapagable, el hilo se partió en dos pedazos,
uno
de orgullo otro de turbación;
a
nadie se mandarán disculpas por desoír el amor,
nadie pecó por
culpable,
nadie
por agobio, nadie por desatento.
Un
trozo de pretensiones se muere
falto
de opulencia;
nadie
echará de menos que algo falta de ternura
y
mucho sobra de dolor;
nadie
dará cuentas al alma de su agonía,
a
nadie juzgarán por consentirse tanto al olvido
y
el mundo cursará motivaciones y órdenes
como
si nada se hubiera roto desde la luna.
Ramón Llanes.
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