LA DUDA DE CARMEN.
Carmen ha crecido, se hizo mayor sin notarlo más que al tener que comprar cada poco tiempo tallas más grandes de sujetador, solo en eso percibía el alargamiento de sus huesos y la exuberancia de sus senos, sus hermosos senos tersos, suaves y erectos, quizá envidia de las otras mujeres de su edad. Carmen sigue creciendo más y más, es alta, corpulenta, amable, soñadora y febril; crece y a la vez piensa en el amor como cualquier chica, su único pensamiento es besar a alguien, abrazar al chico de la panadería, al cartero o al mecánico pero ellos andan con las miradas en otros monumentos.
Carmen ha crecido tanto que ya tiene cuarenta y dos años y aún no se ha visto en asuntos de enamoramientos ni eróticos ni siquiera ha recibido propuesta mínima para una cita, una seducción o un entretenimiento fugaz; no ha padecido síntomas que le hayan advertido su cambio hormonal por un acontecimiento, no sabe qué se siente, cómo son las consecuencias, qué debe hacer, porque ayer en su paseo vespertino después del trabajo en la Biblioteca un señor con gafas se le acercó, le pidió su número de teléfono y su Instagram, le invitó a un café con sacarina y le sonrió cálidamente como si quisiera cortejarla de la forma más antigua; y ella, al volver a casa con un semblante nuevo sintió un especial hormigueo en el estómago y pensó que esto podría ser enamoramiento pero tiene sus dudas porque jamás lo había experimentado pero esta noche no ha podido dormir acordándose del señor de gafas que le invitó por la tarde a un café con sacarina.
Ramón Llanes.
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