Cuando llegué ya estaban los árboles y la mina. Ellos crecieron conmigo, crecieron los árboles, creció de sobras la mina. Nos hicimos socios en el respeto. Acabé siendo razón y piedra, hoja caduca. A veces estorbo, a veces rey, a veces intrépido pero formábamos una sociedad perfecta para los debates y sobrevivimos a pesar del cansancio. Ellos ya estaban cuando llegué y supongo que no iremos juntos al desierto, me mandarán de explorador y seguiré siéndoles fiel y alegre como hasta aquí. Ellos, lo sé, no cerrarán con llave la esperanza.
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