LA MAGIA DE LA DEMOCRACIA
Alguien llegó a casa, vino a mirarla, a saber cómo estaban puestas las cortinas y dónde habrían colocado los nueves muebles; vino a que todos le vieran por la acera, a que se notara su ruido y sobre todo vino a poner en uso su conciencia casera, a presenciar lo parlamentario de su mundo y quizá también a hacerle cosquillas a los sistemas porque ayer comenzó una etapa distinta en su diminuto diseño de estado, ayer se le puso de pie en otra columna y luego se le dejó marchar sin obsequiarle ni perseguirle, no era necesario; con lo ocurrido tomó nota de su fugacidad y pensó que a pesar de discutirle eso del exilio no todo lo hecho fue armónico para los suyos, acaso hayan surgido pormenores sin importancia que le condujeran a librar consigo mismo la batalla de sus anomalías y ahora tenga más claro cuál es el panorama de futuro que sus electores han elegido para él y sus compañeros; ahora, enfrentado a la magia de la conciencia colectiva que siempre creyó propia, tendrán que ponerse de acuerdo las fórmulas legislativas para que pueda volver a su casa, disfrutar del ámbito, ser feliz si puede pero no intentar cambiar el color del armario, modificar el lugar de la puerta de salida o devolver los muebles, tendrá que aquietarse al orden nuevo. Y aceptar cien por cien la magia de la democracia.
Ramón Llanes. 9.8.2024.
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