HA LLEGADO LA EDAD
El
concepto edad suele ser causa frecuente de disimulo, nadie aparenta la que
tiene delante de su espejo y cada cual se encarga de festejar la suya porque a
pesar de seguir creciendo siempre se satisface sabiendo que los otros -los de su
misma cuerda, estado, responsabilidad y sueños- siempre van a tener uno más y
tal competición entraña placer egocéntrico. Si se mira hacia abajo cabe la
posibilidad de pensar “pues yo te creía de mi edad” y tal argucia produce
cierto dulce sabor al menos durante dos instantes. En las reuniones viene la
edad al contexto, divaga a su gusto y casi que se cuenta por pastillas; luego
se refieren los kilos, las horas de ejercicio físico, la dieta, las patologías
superadas y alguna que otra milonga hasta que aparece el pensamiento crítico y
comienza cada uno a sentirse mejor si no hubiera cumplido tan aprisa. Los
humanos poseemos el don de ser felices con muy poquita cosa.
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