PREGUNTAS SIN RESPUESTAS Preguntaron a un avaro por la codicia, a un poeta por los versos, a un payaso por la risa, a un sacerdote preguntaron por dios, a una prostituta por el amor, a un juez por la verdad, a un astronauta por las estrellas, a un niño por los juegos. El avaro no conocía la risa, el payaso no sabía de versos, el sacerdote ignoraba la verdad, el juez no entendía el amor, la prostituta se cansó de la codicia, el astronauta había olvidado jugar, el poeta nunca escribió de dios, el niño quería alcanzar una estrella. Consiguió el tiempo que se recitara la codicia en versos endecasílabos, que dios echara a reír en cada ocaso, que durmiera amorosamente el avaro, que el poeta jugara con estrellas, que el payaso fuera de
verdad, que la prostituta y el sacerdote soñaran juntos, que el juez se hiciera niño, que el niño se hiciera dios. Y el tiempo se hizo tan grande como la pregunta y tan natural como la respuesta. Ramón Llanes.
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