DETALLES INESPERADOS
La
tarde era todo abril en formas, el traje de la luz contenía esa seducción
extraña que quizá solo guste a los románticos, los versos estaban a punto de
aparecer, el lugar era febril y pulcro, con limusinas humanas que presidían el
fastuoso ocre de las sillas; se esperaba sencillamente a la palabra, todo se
había dispuesto para el culto de la palabra. Aquel rato duró más rato, hizo la
mella lírica en las conciencias, se hizo mucho más rato Paz entera incluso
empezando a mezclarse poemas con músicas, jardín que contenía una vida inédita
en la silueta dócil del páramo de bellas vistas de pinares y humedales
cercanos, de gentes de sur, de emblemas tiernos que insinuaban una explosión de
emociones. La totalidad de los sueños se fundieron en un solo sueño, las
ochenta almas pensaron en Paz con largura y el sentimiento de seguir trabajando
por ella se escribió en todas las memorias. Más arriba la acera guardó el
vehículo de tránsito con sabiduría y utilidad. Cuando el poeta dió por cerrada la
noche de los versos para volver al origen material de la vida encontró prendida
en el parabrisas una nota en papel con letra grande que surgía de lo más
inesperado de la sorpresa: VIVA LA POESÍA, indicó la reseña, que se ilustraba
con una pequeña sonrisa dibujada en pocos trazos. Quizá, otra vez, mereciera el
universo un tiempo de poemas cultivadores de Paz.
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