EL DIOS DE MI MADRE
A mi madre no le gustaba que yo
fuera por la vida sin dios y rezaba por mí, para que el rezo ejerciera su poder
y me “convirtiera” porque quizá todo el dios de mi madre estuviera en la
plegaria; “quiero ser mejor -decía- y que todos los seres del mundo sean
mejores”; ella era infinitamente buena por naturaleza y así lo demostró en su
existencia, aunque no hubiera rezado siquiera un avemaría, fue buena,
genéticamente buena y los “rosarios” no pudieron hacerla mejor. Y ella me decía
que yo era bueno y me amaba sin tener en cuenta mis credos y así anduvimos
juntos una calentura de años.
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