FITETÚ LO DE LA GUERRA.
Parece que habremos de morirnos con la muerte acechando, con los talones siempre dispuestos a la defensa. Es la ilógica de la vida que presenta estas disparidades a pesar de la evolución de las sociedades y a pesar de la conciencia colectiva con criterio de rechazo por cuantos conflictos bélicos asolan un día y otro este planeta de nuestros amores. He aquí la rémora de un pasado digno de olvido. Las armas deben formar parte de los escombros, ni siquiera para adornar vitrinas deben servir, son otros tiempos, son otros esquemas, somos otros. A nadie se le ocurre tener en casa guardado misil, cuchillo o escopeta para defenderse de los posibles ataques del vecino.
Tampoco podemos consensuar aquel dicho militar “si quieres la paz prepárate para la guerra”; tampoco podemos suscribir alegorías de poder, de dominio, de maldades. La guerra arrastra a más inocentes que culpables; la guerra, estas guerras de ahora, se saldarán solo con muerte y destrucción, otra cosa son utopías baratas, que ya no necesitamos acudir a la fuerza para diseñar nuestros argumentos y no es correcto emular nostálgicamente su práctica como algunos hacen convirtiendo manifestaciones reivindicativas en auténticos actos de guerra como si tuvieran necesidad emocional de seguir matando mientras rezan el rosario.
Que no cunda el ejemplo, amigo, que haya otra tela que cortar y nos ocupemos de cuestiones menos deshonrosas. Una apuesta cotidiana por toda la paz pudiera ser una rebeldía interesante.
Ramón Llanes.
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