VEN Ven. El
crepúsculo invade el jardín, ha sido
una suerte tu mirada. La verdad se ha
ido, no crece tanto la begonia. Falta
ternura, aquí los rizos, ven, te dije, te digo,
te diré, el empuje es el deseo, las malas
hierbas sostienen el
recuerdo, el pan ardiente no cala tu memoria. La
insolencia, el tren parado, casi la
décima parte de un añico es nuestra lealtad. No podré
convocar a tanta palabra, se chocan
en el aire hasta los labios y suena a ladrido. Quema el
frío los alrededores de la
soledad, intrépida soledad, castigada
por el ritmo del loco que habla
y habla sin sentido hasta que
se enoja el ciego de la esquina. Y el loco
castiga su perdón rompiendo
de un abrazo su
máquina de escribir. Dice que nos había soñado la noche
antes, nosotros fuimos sus cómplices extraños
para despertar, y se
volvió loco y nos llamó a su témpano mojándonos
hasta el ceño del futuro con la
pulsera de hojalata que dejó
su madre. Ven ahora que esto
vuelve a ser tan distinto a nosotros
y tan parecido a lo
irreal que nos confirma nuestra existencia. Ramón Llanes
No hay comentarios:
Publicar un comentario