Thassio S. Gómez de los Infantes, Augusto
Isla Cristina.
UN MILLAR DE LÍNEAS AZULES
Onuba Aestuaria, Onuba, Umba… Huelva. Un millar de líneas azules con el ultramar anegándole los ojos siempre pendientes del vaivén de las mareas, del saludo de ida y vuelta, de la risa anacarada de las olas.
Un millar de líneas azules, que fueron verticales en los cabezos y alcanzaron la horizontabilidad de abrazos primarios llegados del oriente, para ser venerados como dioses. Y, la del millar de líneas azules se dejó querer, levantándoles templos y abriéndoles necrópolis con nombres tartésicos.
Un millar de líneas azules sobre piedras labradas abiertas en canales, para que el agua llevara azahares insípidos al perfume de las flores, que cantaban en terraza a los conquistadores ansiosos de coronas, aplausos y saludos de águilas.
Un millar de líneas azules reflejadas en velos, pañuelos y turbantes de colores terráqueos y de ardientes dunas donde llora la tarde por vergeles marchitos de amarillentos verdes.
Un millar de líneas azules observadas desde tierra adentro donde el Tinto es sangre, dejadas en las orillas donde cantan los peces y crecen las naranjas que antes fueron manzanas acariciadas por los dedos de Midas.
Un millar de líneas azules ondulándose desde el horizonte para cargar los afanes descubridores y llevarlos más allá de los espejos de plata, donde la luna se rinde a los pies inmaculados de los sueños.
Así es mi Huelva: un millar de líneas azules en la luz de su costa, dispuesta a no olvidar su glorioso pasado e intensificar el azul luminoso que ahuyente la apatía acechante de las sombras.
De la Antología HUELVA ES VERSO
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