RAMÓN LLANES

BLOG DE ARTE Y LITERATURA

domingo, 15 de julio de 2018

LA BROMA DEL RELOJERO

LA BROMA DEL RELOJERO


No quise decidir la compostura del reloj sin un sabio consejo de Regino, que sabe de esto más que “Briján” supo de aquello ni quise imponer criterio para evitar el desvío de la objetividad; el reloj fue de mérito pero ahora es cacharro, permaneció quieto en estantes con las agujas antimagnéticas gripadas del desuso, silencioso su sonido, fuera de compás y perdido de memoria. No más se precisa para acudir raudo a un experto en esta delicada artesanía del medidor del tiempo. Casi son las nueve y no encuentro solución para hoy más amable que visitar al relojero.
Hicimos del rato la conversación larga de quienes poco se frecuentan, salieron los recuerdos sin llamarlos, las risas sobrevolaron continuamente por la estancia y nosotros mantuvimos en alza el contenido de las palabras; jugando a ser niños, a ser muchachos, a aparentar mejor salud de la tenida y sobre todo a farolear de cante y guitarra.
El reloj no pudo testificar la verdad del tiempo que tardamos en ese cálido abrazo que nos dedicó la vida porque es mudo sigiloso y se le escapa la realidad por las puertas del esfuerzo, ya no sabe contar minutos ni anda como antaño, simula lustre en la estética pero olvidó el trajín, no pudo alertarnos de las horas pasadas -más de cinco- ni se inmutó por su descanso.
En toda la jornada ni siquiera le hicimos un hueco para hablar entre nosotros del arreglo del reloj y todo quedó en sorpresa cuando Regino, con su habitual sonrisa socarrona, me restregó con agrado y pausa que él se había parado en la misma hora que mi reloj marcaba en ese menester de poner en marcha el tiempo a su gusto y que solo podría ayudarme a romperlo.
No soy capaz de plantearme si merecieron la pena las risas, los recuerdos y los abrazos pero salí renegando de su actitud guardando mi reloj con más regocijo y ofreciéndole en casa el lugar mejor preciado, aunque ya no pueda siquiera levantar sus manecillas ni cuente los segundos que le quedan a mi tiempo. Aún espero el aviso del relojero para advertirme que todo fue una broma.


Ramón Llanes. 15 julio 2018.

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